Tres años después de Shutter Island, y con La invención de Hugo de por medio, Martin Scorsese volvía a trabajar con uno de sus actores predilectos. Si en el siglo XX lo fue Robert De Niro, todo apunta a que su sustituto natural, al menos en la filmografía del cineasta neoyorquino, será Leonardo DiCaprio, otro americano de antepasados italianos, como De Niro y el propio director.
Scorsese, recurriendo a algunos de sus tópicos como la mafia y la búsqueda personal de la fe, nos muestra en esta película a un personaje que hace las cosas mal en busca del beneficio propio, contando con numerosas oportunidades para corregir el rumbo, y que sin embargo desaprovecha. Dinero, corrupción, lujo y excesos se unen en EL LOBO DE WALL STREET. Sigue leyendo